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Más allá del fútbol ( Messi, ese pequeño gigante )

Volvemos con esta sección, una sección dónde voy poniendo lo que ustedes me queraís enviar, o algo que me parezca que no os podeís perder de lo que yo vea por la red, en este caso, os pongo un artículo anónimo, su autor/a , en un ataque de humildad no me ha permitido que ponga su nombre, yo respeto esa decisión aunque no la comparto... pero en fin...esto es una MARAVILLA dedicada a Leo Messi, disfruten de la lectura:


"No le daba tiempo a atarse los cordones
. Estaba lleno del almuerzo bien elaborado de la abuela Celia aquel mediodía, y entre los nervios, la emoción y la panza llena, sus pequeños dedos se le enredaban entre los cordones de las zapatillas que les regaló Papá Noel en las pasadas Navidades (mentira, había sido su tía Marcela, pero cual niño ilusionado…). Su mamá le gritaba desde la cocina, y con el apuro, él decidió ponerse la camiseta de su club, Grandoli. Tenía cinco años y no le importaba vestirse solito. En la familia ya había bastante gente ocupada como para desocuparles, más con la atención que requerían las tareas de la casa y sobre todo la presencia de la pequeña María Sol, que en aquel momento intentaba dormirse en el regazo de su madre. Esta última la acurrucó en la cuna, mientras corría al cuarto de su hijo para avisarle: “dale, que tu abuela te está esperando para ir a la cancha”. Con los cordones desatados, salió disparado. No había tiempo, tenía que ir a jugar al fútbol.

De la mano de su abuela, doña Celia, había llegado al campo, más conocido como potrero. Unos chicos de su edad, pero más altos que él, hacían toques con la pelota. Lucían su misma camiseta, pero estos sí que tenían los cordones atados. Leo, el pequeño Leo, sin embargo, continuaba sin darle importancia, y fue a paso lento hacia su entrenador, don Salvador Aparicio, que aún mayor pero más joven que en la actualidad, lo saludaba con una sonrisa. Le miró tímidamente los pies, pero no dijo nada. Leo sonrió y se sentó en el banco. Su abuela, Celia, se metió entre el pequeño público que aquella tarde iba a contemplar un partidito de criaturas jugando a fútbol. Aunque pareciera por diversión, para algunos era compromiso. Para Leo lo era, más que nadie. Siempre quería jugar, siempre. Por mucho que los gigantes (de 6 o 7 años, pero en sí ya eran gigantes para él) le quisieran frenar, él quería gambetear, quería acariciar la pelota. Todavía recordaría la vez en la que su abuela convenció a don Aparicio para que lo sacara a jugar. Menudo compromiso. Pero fue maravilloso. Él no sabía si había hecho bien o mal, pero ¡menuda Pulga tenía en sus manos! El partido estaba difícil. Iban empatados con dos goles cada uno en su cuenta, pero Grandoli necesitaba algo más. “Leo, te toca”, exclamó Aparicio. Al chiquito se le iluminó la mirada, se puso en pie, miró hacia atrás y con una mirada cómplice saludó a su abuela, toda orgullosa, mirando desde arriba, le mandó un guiño y aplaudió. Leo iba a salir a cambio de alguno de otro de su misma edad, más alto, pero que ya no aguantaba más. Tomaba impulso para correr, cuando Aparicio le avisó: atate los cordones. Y se los ató. No tenía tiempo, pero se los ató tan rápido como pudo. En ese momento, saltaba a disfrutar, a cumplir con su compromiso. A continuar con el comienzo de su historia.

A día de hoy, las cosas son bastante distintas. Mentira, tampoco tanto. A punto de cumplir los 22 años, sigue siendo uno de los bajitos, sigue sin hablar mucho, continúa jugando tal como hacía en el potrero, pero esta vez en grandes estadios de Europa y del mundo entero. Ha ganado mucho, en tantos años. No solo premios. Ha ganado confianza, muchos valores. Pero perdió a Celia, aquella gran mujer que lo acompañaba a todos lados. Ahora mira desde arriba, pero no de las gradas. Más arriba todavía, allá en las estrellas. Estrellas, el grupo donde él ahora está metido. “¡Qué pibe tan descomunal!”. “Messi brilla como una estrella”. “Es el mejor del mundo, es una nueva leyenda”. Pero él continúa comprometido al fútbol, disfrutando. 27 de mayo del 2009. El chiquito ya no juega en Grandoli, juega en el FC Barcelona. El chiquito ahora es uno de los más grandes jugadores que ha pasado por ese club, y uno de los futbolistas que tendrá su nombre grabado en la historia del fútbol. El chiquito jugó ese día una final de Champions League, el gran premio europeo, contra alguien no muy fácil, el Manchester United. Todo iba a su favor, menos mal. Jugaba con todos como hizo a lo largo de la temporada, y él, a su manera, como hacía con cinco años. Ya había un gol a su favor, tenían que cerrar el marcador, tenían que asegurarse el título de campeones, de Tricampeones. Subió hacia arriba, corriendo como jamás hizo. Un compañero suyo, Xavi Hernández, hizo un pase infartante desde muy atrás hacia el centro. Leo sabía que era su momento. Saltó como pudo. Tenía que darle con la cabeza, no sabía cómo, dependía de la trayectoria del balón. Se dio cuenta, y le dio simplemente con el costado izquierdo de su cabeza. Y entró. Una parte del público se calló, y otra gritaba eufórica. En el momento del cabezazo, perdió una zapatilla. Emocionado, la agarró, la besó, y esperó los abrazos de sus compañeros. Tras festejar tanto como pudo, se agachó para atarse los cordones. Pero no podía. Saltaba orgulloso con su público, gritando de alegría, mientras se dirigía al centro del campo. Pero continuaba con los cordones sueltos. No le daba tiempo a atarse los cordones. Al fin y al cabo, ¿qué importaba?"

5 opiniones, haz tu comentario !:

Manuel Cañizares dijo...

la pulga maravillosa, que sepuede decir en un comentario, lo as plasmado muy bien como dijo alguien conocido dos palabras IMPRE-SIONANTE
SALUDOS

Jose Ant. Vega dijo...

@ Manuel Cañizares; pues a mi ningun merito, que solo es copiar y pegar, lástima que el autor o autora de esto no me haya dejado reflejar su nombre...

Bruno Marvizón dijo...

Evidentamente no seré yo quien revele su anonimato.

Pero por lo bien escrito y tratando de Messi...se ve a leguas que es "ella" la autora ("ella"...refiriéndome a cierta personita encantadora).

Saludos.

Jose Ant. Vega dijo...

@ portalero; seguro ??

RaMonStones dijo...

te hablo de Enzo,amigo...

siempre estara en n uestros corazones

como el heroe de Eindhoven!!

suerte Enzo!!

un abrazo !!

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